La noche después de nuestro networking con profesionales de Polonia, decidí a mi llegada al hotel ponerme algo más de abrigo y salir a caminar para conocer Gdansk, en la recepción del hotel Hilton de Gdansk, muy amablemente me indicaron que dirección debía tomar para ir al centro antiguo de la ciudad. Era una noche lluviosa y otoñal donde ya se empezaba a percibir el frio ártico que suele tener en su invierno nevado.

Eche a andar y valió la pena todo lo que me iba encontrando a mi paso, desde un Galeón Pirata desde el que parecía iba a aparecer el capitán Sparrow hasta una noria, no tan grande como la de Londres; pero suficiente para hacer divertida la visita a los más pequeños.

Me fui adentrando en las callejuelas de Gdansk y me sorprendí por la belleza arquitectónica de los edificios góticos y pintados en diferentes vivos colores y con una forma característica de esta ciudad, manteniendo una similitud unos con otros que me evocaba a una ciudad de cuento.

Que maravilla que los ciudadanos de Gdansk tomaron la iniciativa de reconstruir la ciudad según era originariamente, ya que desgraciadamente y debido a la 2º guerra mundial la ciudad fue ampliamente destruida.

Gracias al rio que la atraviesa me recuerda un poco a Ámsterdam, pero con un encanto especial, con unos edificios grandes, bien construidos, avenidas amplias, adoquinadas, limpias y cuidadas.  Y también sus callejuelas donde puedes encontrar bares y restaurantes super recomendables que hacen las delicias de los paladares más exigentes.

Nuestro 2º día de visitas a la zona de Pomorkie en el norte de Polonia, nos deparaba un tour para conocer los castillos mas importantes de la región.

Y como no podía ser de otra manera comenzamos con el mayor castillo del mundo, “el Castillo de Malbork” en las orillas del rio Vístula. Este Castillo fue casi completamente destruido en los bombardeos que sufrió Polonia en las 2ª guerra mundial y casualmente nos guio una estupenda guía hija de una de las personas que colaboraron en su reconstrucción, por lo que entiendo el entusiasmo con el que nos contaba toda la historia del castillo de la orden Teutónica.

En el castillo puedes hacer la visita con auriculares o con guía privada, yo recomiendo la guía privada porque siempre es más activa la visita teniendo la oportunidad de preguntar si tu curiosidad es ávida. Desde 3 horas hasta 8 horas te puedes quedar visitando las distintas salas, torreones, cocinas, salones, capilla, etc. Que encuentras a tu paso.

Durante la visita nos encontramos con algo muy curioso unos agujeros en el suelo con unas tapas que conectaban con la parte de abajo del edificio y a que no sabéis para que servían……. Pues para calentar el suelo, era y es tal el frio que tienen por ahí que tenían suelo radiante, ¡¡¡curioso verdad!!!.

Después fuimos pasando por diversas salas con unos frescos pintados en las paredes y unos techos que nos dan a conocer el detalle con el que se decoraba los edificios en aquella época. Entramos en una sala previa a la entrada de una capilla donde nos mostraron como los maestros y sacerdotes se tenían que purificar antes de pasar al recinto sagrado, muy parecido a como sucede en el mundo islámico en la actualidad.

Para terminar nuestra visita no podía falta la visita a la tienda de souvenirs, donde un niño amante de las armaduras se volvería loco.

Recorrimos unos 100 km más y llegamos al castillo de Gniew, castillo que fue convento, cárcel, arsenal y ahora esta convertido en castillo multiuso, donde puedes casarte o celebrar cualquier evento corporativo o incentivo.

Al llegar nos recibieron unos personajes ataviados con trajes de época, dándonos a conocer actividades propias de la época, como disparo de cañones, combates de esgrima, justas de caballeros.

Montados en sus corceles nos demostraron como eran las justas de la época mientras nosotros nos tomábamos un vino caliente que se agradeció dado el frio que teníamos por la época del año, finales de octubre.

Para terminar nuestra visita aproveche a rezar un poco y a montar a caballo, una de mis pasiones, gracias a que me fue concedida mi solicitud….. Todo lo que te puedas imaginar es posible con Viajes Singulares.

En Peplin, nos paramos a ver un museo muy singular dedicado a la religión católica y a San Juan Pablo II, que conserva uno de las Biblias más antiguas y mejor conservadas de la cristiandad. Donde también podemos encontrarnos autenticas joyas ocultadas a los Nazis durante la 2 gran guerra, que fueron escondidas en Canadá, debajo de iglesias, en pueblos remotos, etc. Toda acción fue importante para conseguir ocultarlos y impedir que esos magníficos tesoros de las iglesias Polacas, llegaran a manos de los Nazis.

Tambien en Pelpin, entramos en la catedral, con sus imponentes cristaleras, ventanales, su precioso altar, sus altísimos techos (25 mts.) que son estudiados por escuelas de arquitectura, con varios órganos donde se organizan festivales de música sacra, famosos por la magnificencia de los mismos.

Nuestra última experiencia singular del día fue sentirnos como un escribiente del siglo XIII, nos mostraron y nos dieron a probar la autentica forma de escritura de los copistas antiguos que habitaban en los monasterios. Una experiencia muy interesante que me hubiera gustado continuar, pero todo lo bueno ha de terminar en algún momento, así que tocaba retirarse y regresar al hotel, para coger el avión a primera hora de la mañana de día siguiente.

Espero poder volver….. porque me quedaron muchas cosas que visitar en el tintero, sin duda el norte de Polonia vale mucho la pena y sin duda volveremos.