La comida de este día la hicimos con Margarita, directora del hotel, Maxime, director de Concierge y experiences, y Alexandra, en el restaurante del Sea Club del hotel, basada en las maravillas culinarias que ofrece el Mediterráneo. Una vez más disfrutamos de una gastronomía insuperable.

Después nos fuimos a visitar la bodega Celler Brugarol en Bell Lloc, rodeada de esculturas de Jaume Plensa a las que no dudamos en abrazar para sentir su energía, además de que al llamarse Paula me recordó a mi hija y no me pude resistir.

Hicimos una degustación y sobre todo nos llamó la atención el tapón de la botella que además de que la base es de hierro lleva el nombre del caldo junto con el de la etiqueta.

Nos dirigimos a pasear recorriendo y recordando visitas anteriores al pueblo de Peratallada, fantásticamente conservado manteniendo su encanto de pueblo de cuento de la Edad Media, es como transportarse a otra época. Una maravilla vivirlo.

Al volver de nuevo al hotel nos sorprendieron con una decoración floral, elegante y discreta, en las camas de ambas habitaciones y velas encendidas en la terraza común.

Nos dispusimos a prepararnos para la cena en el Restaurante Terra, cuyo lema es El auténtico sabor Mediterráneo, y que esa noche nos asombró con un menú muy especial de 7 servicios, regado por vinos de todo el mundo. El inicio del día siguiente, gracias a que el tiempo acompañó, fue disfrutar de un gran desayuno en la terraza de nuestra Home Suite.

Nos dispusimos a prepararnos para la cena en el Restaurante Terra, cuyo lema es El auténtico sabor Mediterráneo, y que esa noche nos asombró con un menú muy especial de 7 servicios, regado por vinos de todo el mundo.

El inicio del día siguiente, gracias a que el tiempo acompañó, fue disfrutar de un gran desayuno en la terraza de nuestra Home Suite.

Para terminar de conocer el entrono del hotel, que mejor manera que sobre unos magníficos caballos que puso a nuestra disposición el hotel y que pudimos disfrutar tanto Christian como yo que monté el que fue Campeón de España hasta lesionarse y que me demostró su título en su impetuoso galope.

Tras tanto deporte, nos dispusimos a relajarnos en el Jacuzzi del Sea Club, que cuenta con unas maravillosas vistas de la bahía de San Felieu mientras disfrutábamos de un coctel cada uno de nosotros. Yo elegí la Caipiriña, mi favorito con diferencia.

Comimos en el Sea Club ostras regadas con Don Perignon, tiradito de Corvina (tipo carpaccio) y pulpo en una versión completamente nueva para mí ya que es una forma de cocinarlo muy de allí: “pulpo recordando enero”. El plato fuerte fue langosta a la plancha, una de sus especialidades, así que imaginaros como estaba…

Nos deleitamos tanto con la comida que se nos hice tarde y no perdimos el AVE de vuelta de milagro. Aunque no nos hubiera importado seguir mimándonos en el Alàbriga.

Ya os habréis percatado de que ha sido una experiencia para los sentidos que disfrutamos al máximo y esperamos os sirva de referencia para que podáis vivirla en primera persona.

Desde aquí en Viajes Singulares o animamos fervientemente a que os permitáis esta vivencia de lujo en su máxima expresión.